DUELO
“En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida en su conjunto duele”
J. Montoya
El duelo y la aceptación
El duelo, proceso de aceptación de una pérdida, son los momentos más difíciles de una persona. Serán esos duelo los que nos enseñarán más de nosotros mismos y nos permitirán adquirir nuevas estrategias o recursos, experiencias y avances en nuestro camino de la vida. Una reacción adaptativa normal y esperable ante la pérdida de un ser querido. El duelo no es una enfermedad en sí.
Existen diferentes tipos de duelos y cada uno tendrá una repercusión diferente así como un abordaje terapéutico distinto. El duelo por la pérdida de un ser querido es el más conocido por todos nosotros. Aún así, en este caso el cómo se vaya a llevar el duelo, depende de una gran variedad de circunstancias: la edad de la persona que ha muerto y de la persona que acude a consulta, la relación de ambos (amigo, padre, madre, hijo/a, hermano/a, conocido, familiar…) y el tipo de relación o vínculo con la persona, las circunstancias de la muerte, si es por enfermedad larga o corta, accidente, suicidio, asesinato, etc.
Todo ellos implica una valoración y determina que tipo de proceso se va a realizar.
El duelo no es una enfermedad, es un momento difícil que se supera
La intimidad del duelo
El duelo es una sensación de pérdida sin posibilidad de reparación. Por tanto, no siempre tiene que estar asociado a una muerte, puede haber diferentes causas. Por ejemplo, una enfermedad, separación o divorcio, un duelo migratorio o cambio de domicilio, la marcha de los hijos del hogar familiar, pérdidas materiales, pérdidas vitales y otras muchas más vivencias que impliquen dejar algo atrás y un cambio importante en la vida de la persona. Todos ellos implican sentimientos y emociones parecidos pero que se diferencian en intensidad y la capacidad de asumir la sensación de pérdida. Es una experiencia íntima que cada persona vive de manera individual.
El trabajo terapéutico permite normalizar las diferencias en la elaboración idiosincrática del duelo. Lo que permite construirlo de manera individual y personal. Esta estigmatización social de la pérdida transmite el mensaje de que las emociones aparejadas al duelo (negación, rabia, ira, enfado, culpa, tristeza) no están permitidas, sobre todo, en algún tipo de duelo menos reconocido como puede ser un aborto.
Síntomas que si persisten después de unos meses de la pérdida y dan una alerta de necesidad de pedir ayuda profesional:
- Fisiológicas: taquicardias, opresión en el pecho, dolores, etc.
- Cogniciones o pensamientos intrusivos que la persona no pueden controlar y producen una gran molestia y ansiedad.
- Conductas de evitación de lugares, situaciones o personas que recuerden a la persona fallecida o que ya no está. Fumar, comer o/y beber en exceso como forma de calmar la angustia.
- Alteraciones del sueño, pesadillas, depresión.
Nutrirse de un buen asesoramiento profesional que te sirva de guía y orientación en este difícil y doloroso camino, favorecerá a una mejor resolución de la pérdida y una contribución valiosa a tu crecimiento personal.